*(Este relato lo escribí 2 meses antes de que mi madre falleciera el año 2017)
Así debe estar preguntándose mi madre.
La radiografía mostraban el deterioro en su columna vertebral, producto de tantas y tantas batallas que ha dado en la vida. Sus vértebras tenían cicatrices.
“Eso es irremediable, sentenció el médico.
Aquí no hay nada que hacer, pero sí le aseguro, que el problema que está impidiendo caminar a su mamá podría sanar en unos días”
Compramos una silla de ruedas, algo impensable hace unos cuantos meses.
Mi madre se negaba rotundamente a la sola idea de usar un bastón. Eso nos decía hace ya varios años, cuando recién comenzaron las dificultades con sus rodillas.
Hasta hace un par de semanas a ella le costaba mucho ponerse de pie, yo escuchaba con asombro cómo crujían sus huesos, algo muy impactante.
Anoche mi madre colapsó emocionalmente y gritaba que la querían matar. Se refería a la insistencia de su fiel asistente – que la cuida por más de 7 años – para que tomara uno de sus remedios. No han sido días fáciles para mi madre (ni para la asistente).
Hace una semana, se sentó en su sillón y tuvo una especie de tirón que le provocó un gran dolor, un intenso dolor que le impide ahora caminar.
Para llevarla a la clínica conseguimos una silla de ruedas con una vecina… fue un gesto muy solidario y salvador. En la clínica conseguimos otra y cuando regresamos pasé a una tienda y compramos lo que ya era inevitable: una silla de ruedas.
Mi madre no se quejó ni tuvo reparos ¡bravo!
Ella ha perdido mucho de su memoria, vive en un estado de olvido…”Hijo, estoy tan confundida” me dice a veces angustiada. En realidad ella vive en sus profundos pensamientos y se va poco a poco alejando de su cuerpo.
Hace 3 días atrás, mi hermano la visitó y se enteró de que estaba con dolores. Llamó a un médico amigo; éste por teléfono le receto unas gotas, que mi hermano de inmediato le compró. La cuestión es que esas gotas, que eran para mitigar el dolor, son muy fuertes y no aconsejables para quienes tienen baja presión… como la mamá.
El resultado fue que ella tuvo una fuerte baja de presión, se desmayó un par de veces y se desorientó completamente. Mi hermanó en su arrogancia, evitó pedir mi opinión, que soy quien está a cargo de su cuidado.
«Esas gotas las recomendó un Doctor que es una eminencia y amigo de toda confianza»
Mi madre ya es poco lo que habla, ya es poco lo que recuerda. Tiene un mundo gigante en su interior y cuando pone atención al mundo de afuera, éste le provoca miedo. Ella sabe que está a merced de otros, de nosotros.
No tiene otra opción.
Seguir leyendo →